¿Qué pasa cuando la misma pesadilla se repite cada noche? Es un monstruo que te atormenta: puede ser un secreto inconfesable, puedes ser tú mismo aferrándote al pasado que te lastima o puede ser el error de alguien más. ¿Estarías dispuesto a domesticarlo? ¿A cantar hasta que tu voz apague su sonido? Así es como Zach ha sobrevivido cada noche, cantando hasta que el monstruo también concilia el sueño. Pero Zach tiene más problemas de los que imaginas. A sus dieciocho años lleva a cuestas una carga muy pesada y su adicción al alcohol no la aligera. Definitivamente tendrá que inventar una poderosa canción para adormecer al monstruo para siempre.
Después de leer “Aristóteles y Dante descubren los secretos
del universo” quede muy interesado en llegar a conocer que más nos podía ofrecer
Benjamin Alire Sáenz en sus novelas, por eso cuando me entere de que Editorial Planeta
publicaría este libro en español (además de criticar el cambio de portada) me
emocione demasiado. Había comenzado a leer “En el tiempo de la luz” hace tiempo,
pero a pesar de querer seguir leyendo a Benjamin, no me apetecía retomarlo. Por
lo que la publicación de Canción Nocturna me fue de maravilla.
En Canción Nocturna, Benjamin nos cuenta la historia de Zach,
un chico de 18 años que por los comportamientos poco sanos y abusivos de su
familia ha hallado en el alcohol una vía de escape a todos sus problemas. Zach,
sin recordar cómo, termina en un centro de rehabilitación con la sensación de
que sus recuerdos lo están matando y que necesita un trago de bourbon.
"El corazón puede endurecerse mucho si lo único que conoce es el frío del invierno."
Zach es un personaje muy complejo. Un personaje al que le ha
faltado afecto durante su crecimiento, llevándolo a ser demasiado frágil y
depresivo. Cree estar convencido de que quiere y merece morir. De que Dios escribió
“malo” en su corazón y que no será capaz de sentirse querido ni amado por
alguien.
Nosotros como lectores podemos ver, por cómo se expresa y
como piensa, que realmente no es lo que quiere. Llegue a sentir cierta
impotencia al no poder hacer nada para que dejara de pensar que merecía morir,
pero no podía cambiar el hecho de que Zach siente dolor y mucha tristeza.
"No sé qué significa estar bien. Nunca lo he sabido y quizá nunca lo sabré. <Bien> es solo una palabra que uso para no tener que hablar de lo que traigo dentro. <Bien> es una palabra que expresa que conservaré mis secretos."
A medida que avanza la historia nos adentraremos a los
recuerdos de Zach, teniendo acceso también a sus monstruos, así como a sus dudas
y miedos. Zach no puede mejorar solo, y él lo sabe, por eso acepta la ayuda de
Adam, un terapeuta, para tratar de recomponer su vida y construir un nuevo
futuro.
Hay un personaje con el que Zach logra tener una conexión
muy fuerte y es Rafael, un hombre de 53 años, herido, que a pesar de haber
logrado éxito en su vida nunca ha sentido felicidad. Su sufrimiento comenzó desde
muy pequeño y aun después de haberse “establecido” se dio cuenta que nunca dejo
de sufrir. Sus emociones y pensamientos son deprimentes y bellos al mismo
tiempo. No se rinde. Aún hay esperanza en él de mejorar y salir adelante. Admire
mucho que él sabía que, si no se rendía, podría lograr cualquier cosa.
"Pienso que a lo mejor Dios nos dio monstruos por un motivo. No tengo idea por qué haría eso, pero, verán, no sé nada sobre la voluntad de Dios. No somos buenos amigos. Dios y yo no confiamos el uno en el otro. ¿Será mi culpa? Quizá sí."
Disfrute muchísimo poder llegar a conectarme con los
personajes y sentir empatía por sus historias. El final fue algo que no veía venir
pero que de cierta manera esperaba. Me ha dejado muy satisfecho el poder haber
acompañado no solo a Zach, sino también a todos sus compañeros de rehabilitación,
durante su proceso de recuperación.
Lo recomiendo mucho, a pesar de lo crudo y duro que pueda llegar
a ser, es una historia de amor propio muy hermosa donde nos damos cuenta que
podemos encontrar las ganas de vivir en un lugar desconocido y con las personas
menos pensadas.